Dr. Hamer: Ejemplo: alergia a las nueces, aftas
Cuento con gusto el siguiente caso, que una paciente me ha mandado, porque lo encuentro muy original e instructivo y, con su consentimiento expreso, publico también el nombre y la fotografía.
Ottilie Sestak 16 de junio de 1998.
Mi alergia a las nueces.
Nací el 21 de septiembre de 1941 a las 11.30 en Oberndorf am Neckar y soy diestra.
Desde que me acuerdo he sufrido aftas en la boca. Sólo quien las ha sufrido sabe lo que duelen. No era raro que tuviese dos, tres o cuatro, a veces grandes como una uña.
Cuando era niña, entonces el medico de cabecera de Oberndorf decía que se trataba de una carencia de vitamina B, pero las gotas que me recetaba no me servían para nada. Seguidamente, cuando nos trasladamos a Radolfzell en el lago de Costanza, me explicaron que la cosa tenía que ver con la pubertad. El 5 de agosto de 1961 me casé y el 7 de junio de 1972 me separé. Después de la operación en 1970, por un tumor en la trompa ovarial derecha, supe por el Prof. O. Que ya no podría tener niños, porque el ovario izquierdo era solamente una formación de mucosa (¿defecto de nacimiento?) y el derecho a causa de la operación ya no funcionaba más, dado que mi marido quería tener hijos, nos separamos.
Cuando en 1972 (tras la separación tuve que empezar todo de nuevo) me mudé a Waldbronn y volví a ocuparme del problema de las aftas, ya había cumplido 31 años.
Pedí una cita en la clínica dermatológica de Karlsruhe con el profesor ... (me olvidé del nombre). Le conté mi problema y me preguntó si podía mostrarme una cosa. Le dije que sí y me enseñó dos aftas en la mucosa de su boca. Me prescribió una tintura azul que se preparaba en la farmacia. Tenía el mismo sabor que el Malebrin ¿? (o algo parecido) con el que en el pasado se hacían gárgaras para curar la garganta. Le dije al profesor que lo que quería era algo con lo que no me volviesen a salir las aftas. Me contó que en el caso de las aftas probablemente se trataba de una enfermedad hereditaria y que me tenía que convencer. Me preguntó además si alguien de mi familia las sufría, lo que negué. Sólo me afectaban a mí.
Sin embargo no estaba del todo segura y le pregunté a mi madre si conocía o se acordaba de alguien de la familia que hubiese sufrido las aftas. Mi madre me dio una respuesta negativa y con ello la cuestión volvió a estar zanjada. La cosa es que unos dos días después mi madre me llamó por teléfono (entonces vivía en Waldbronn, a dos calles de mí) y me pidió que fuera un momento a su casa. Cuando fui, me enseñó, para mi sorpresa, que tenía una afta en la boca. En ese momento casi creí en la “enfermedad hereditaria”.
El 11 de agosto de 1979 conocí a Leo, mi actual compañero, que siempre ha dicho que para mi problema de aftas tenía que haber una solución. Pero se equivocaba.
Todo lo que probé, desde gel a pomadas y gotas, enjuagues con camomila, salvia, mirra, hierbas suizas y que se yo, no sirvió para nada. Cuando tenía tres o cuatro de estos “diablos blancos” lo único que servía eran los calmantes, porque estaba ocupada todo el día como secretaria en los Seguros sanitarios alemanes (DKV) en Karlsruhe y por ello tenía que hablar mucho y llamar por teléfono a todo el mundo.
Desde el 1 de enero de 1997 la DKV me metió en el programa ampliado de prejubilaciones.
Desde el 29-3 hasta el 16-4-94 yo y mi compañero hemos hecho un viaje a China, de Pekín a Hong Kong. Cuando volvimos a casa comprobé que no tenía aftas. Un milagro, ya que sucedía muy raramente.
De repente he pensado que la cosa tenía una conexión con los alimentos o con el arroz. Desde ese momento he apuntado con precisión todo lo que comía. De cualquier manera he visto que me dolía especialmente cuando comía nueces. Desde ese momento he dejado de comer nueces. Todos mis conocidos y parientes me preparaban dulces sin nueces. Incluso renuncié a las almendras de la pasta de los dulces, los panes con sésamo y el pan de semillas girasol. Cuando no me daba cuenta y los comía, de nuevo me “afectaba”. Así he renunciado a todo lo que tenía que ver con las nueces.
El uno de mayo de 1007 invité a mi casa a Heinz B. y su familia. Conozco a Heinz desde que era una niña muy pequeña, porque él también había nacido en Oberndorf am Neckar el 18 de marzo de 1942. Su madre vivía entonces con mi tía Sofía, una hermana de mi abuela, y su familia.
Le habíamos preparado una buena a Heinz. Quería pedirle que tocase con su trombón una marcha en especial, llevando el uniforme de la Stadtkapelle de Oberndorf, el 23 de mayo para el noventa cumpleaños de mi madre, porque queríamos abrir el programa de fiesta con dos máscaras de carnaval típicas de nuestra tierra. Naturalmente Heinz dijo que sí y se arregló el uniforme, porque ya no tocaba en la Kapelle. La alegría de nuestra madre fue enorme con la sorpresa, porque el carnaval siempre fue muy importante para ella.
Poco antes de que llegase Heinz nos llamamos y me preguntó si había oído hablar del Dr. Hamer, que sin embargo yo no conocía. Me contó la historia de la trágica muerte de su hijo Dirk, Me dijo además que su hermana trabajaba con el Dr. Hamer y tenía dos libros que me podía llevar a casa, lo que hizo.
Leí los libros y reflexioné. Pude comprenderlos sin problemas, ya que había trabajado desde febrero del 74 hasta septiembre del 76 como secretaria jefe del departamento de neurología de la clínica de Reichenbach. Tras la reforma comunal de 1972 de las localidades de Reichdnbach, Busenbach, Etzenrot y Neurod nació la nueva Waldbronn. La Albstrasse pertenecía a Reichenbach. Había aceptado ese trabajo porque seguidamente quería pasar a la administración de los baños termales que se estaban construyendo.
Todo se esfumó porque el que iba a ser encargado de los baños murió a los 42 años, de un ataque cardíaco, y la administración la cogió el ayuntamiento. Dado que la amanmesis y las historias clínicas de los pacientes me cansaban mucho psíquicamente, el 1 de octubre de 1976 me pasé a la Aseguración sanitaria alemana. Antes trabajar en la clínica no me había ocupado jamás con la medicina, excepto para mis cosas personales.
Había aprendido comercio al por mayor en una empresa, y después de las practicas, de mayo del 57 hasta junio del 72 trabajé en Schiesser en Radolfzell, entonces el más grande productor europeo de lencería. Desde junio a octubre de 1972 trabajé en Munich como secretaria de dirección en Hofele, artículos para hombre en la Rosenheimerplatz.
Desde el 1-11-72 hasta el 31-1-74 fui secretaria del director técnico en Mann Mobilia en Karlsruhe. Un empresa que tenía 20 edificios. Después pasé a la clínica de nuestro pueblo y así no tenía que trasladarme hasta Karlsruhe para trabajar.
Una vez que leí, según el consejo de Heinz, los dos libros del Dr. Hamer, comprendí todo el plan. Confieso que les había echado una ojeada, pero pienso en lo que Heinz me había dicho, que sólo entendería el contexto una vez que hubiese leído los libros.
Me puse en la mesa, me senté en la silla y comencé a “estudiar”. En el tema de las alergias levanté las orejas. De repente me convencí de que el tema de las nueces tenía que venir de “algo del pasado”. Se lo conté inmediatamente a Leo, quien me dijo que bien podría ser así. ¿Pero de dónde y de qué?
Seguí reflexionando y rompiéndome el cerebro, sin resultado. Una noche me desperté de repente y lo supe con precisión. Conseguí, con dificultad, esperar a que Leo se despertase, pues quería despertarlo en ese mismo momento, pero no lo hice. No podía dormir y esperaba impaciente a que abriera los ojos. Le dije que sabía de donde venía la historia de las nueces. Me respondió con tranquilidad: primero desayunamos y luego me cuentas todo. Naturalmente no podía esperar más y todavía en camisón, comencé a hablar en la cocina.
En Oberndorf vivíamos en la casa de los abuelos, en una colina (una pendiente del 16%). En el terrero había un nogal que a mí de niña me parecía enorme y que metía un par de ramas en nuestro jardín. Estaba “prohibido” coger las nueces, porque era mejor no tener problemas con la propietaria, un tal señora Fuoss. Era otoño, quizás del 1946 o 1947, las nueces estaban maduras y apenas abiertas. Mi hermana, que tiene cinco años más que yo, y yo, fuimos hasta el árbol. Miramos si la señora Fuoss estaba en la ventada o nuestra madre o la abuela nos podían ver. No se veía a nadie. Entonces cogimos las nueces, tirando las cáscaras en el jardín de la señora Fuoss, que inmediatamente abrió la ventana y gritó: “Dejad las nueces o voy para allá”. En el mismo momento nuestra madre miró hacia nosotras, y entendiendo lo que pasaba gritó enfadada: “Regina, Ottilie, volved ahora mismo aquí”. Estaba esperándonos con el sacudealfombras en la mano y nos dio una buena. Decía que nos haría perder la costumbre de coger nueces aunque nos tuviese que dar hasta matarnos.
Por lo demás no me acuerdo ya de la señora Fuoss, pero su voz rabiosa no la voy a olvidar en toda la vida.
No sé si volví a coger nueces, pero me cuesta imaginármelo.
En enero de 1951 nos mudamos a Radolfzell. La prohibición se esfumó en el aire y durante las vacaciones, que todos los años pasábamos junto a mis abuelos, las nueces todavía no estaban maduras.
En este punto me parece importante contar que mi hermana jamás ha tenido ningún problema con las nueces.
Una vez que le hube contado la historia, mi compañero dijo que los sucesos a causa de las nueces bien podían ser la razón por la que no soportaba nada que tuviese gusto parecido a las nueces.
Un par de días después le conté la historia a mi madre y a mi hermana. Las dos se acordaban bien del suceso.
Entonces comencé a reflexionar sobre lo que tenía que hacer. Pero no tenía ni idea de por donde empezar y no era posible preguntar a nadie. Después de unas dos semanas compré una bolsita de nueces y puse un par en un cuenco. Durante toda la tarde miraba y volvía a mirar las nueces. Por la tarde le dije a Leo: “Bueno, me voy a comer las nueces, mi madre no me va a pegar y la vieja Fuoss ya hace mucho que está muerta, o sea, que no me puede pasar nada”. Con sentimientos encontrados abrí la primera nuez y me comí la mitad. Me comí otras dos o tres nueces pensando siempre que no me podía pasar nada.
Después de unos diez minutos noté de repente que la boca me quemaba y picaba. Salté y corrí al baño, me bajé el labio y vi que ya tenía una mancha roja oscura. Miré en el espejo y me dije a mi misma: “¿Qué haces? No te puede pasar absolutamente nada”. La mañana siguiente la mancha había desaparecido. Me comí otra nuez y esperé, pero no sucedió nada.
Desde entonces como todos los tipos de frutos secos, sésamo, y todos los tipos de panes y dulces con nueces y semillas.
Informé a todos los parientes y conocidos que nuevamente podía comer nueces y les expliqué el porqué.
Nuestro médico de cabecera, el Dr.. H. No sabía nada de mi alergia a las nueces, porque nos conocíamos sólo desde abril de 1995.
El médico precedente, el Dr. R. había muerto el 25-3-95 a los 63 años por una embolia pulmonar. En otoño de año pasado, teniendo una cita con el Dr. H. Le conté, entre otras cosas, toda la historia. Me escuchó con mucha atención, apoyó la cabeza en el brazo y dijo: “Es muy interesante”, pero no dijo nada más.
Había sufrido aftas durante casi cincuenta años de mi vida a causa de la terrible paliza y de la “amenaza de muerte”, por culpa de las malditas nueces. Si pienso a las afirmaciones de los médicos a propósito de la falta de vitamina B, de la enfermedad hereditaria, etc. no puedo hacer otra cosa que sonreír débilmente, ahora estoy en condiciones de decir: “Qué estupidez”.
Ottilie Sestak
La terapeuta de Ottilie nos cuenta además:
Ottilie nos ha contado además otra cosa que se ha olvidado de escribir, pero que es muy interesante.
Nos ha contado toda la historia de su vieja madre, la cual finalmente, aunque sólo una vez, tuvo dos aftas en la boca. Había tenido sentimientos de culpa y eso le había provocado las aftas.
Flecha a la izquierda para el lado derecho de la boca: aftas. El FH está en solución.
Flecha lateral derecha para el lado izquierdo de la boca: aftas, FH en solución también.
Flecha arriba a la derecha: conflicto del oído, tinito = voz de la madre en el oído izquierdo. Esta vía no aparece todavía resuelta en agosto de 1998. Pero también puede ser que el FH vaya a hincharse. No se puede excluir con seguridad una solución.
Flecha izquierda. Relé de la mucosa de la laringe. El FH parece estar activo en suspenso.
Flecha de arriba a la derecha: el FH en el relé bronquial parece estar activo en suspenso en ese momento (17 de agosto de 1998). Esto significaría: la vía de las aftas se ha resuelto completamente, pero la vieja vía de susto improviso experimenta recaídas, posiblemente a causa de la voz de la madre, que todavía vive; además la paciente se encuentra en los años de la menopausia y claramente en “balance hormonal”, es decir, a la izquierda el FH está todavía activo y el de la derecha ya está activo. Por eso nuevamente está en constelación en suspenso (cortical).
Flecha inferior a la derecha y a la izquierda: el violento conflicto de separación brutal (bastonazos) que afecta al periostio de las piernas y de la espalda, está resuelto. La paciente cuenta que desde los 5 años siempre ha tenido las piernas y los pies fríos (típico de una actividad conflictiva del periostio).
Flecha a la derecha: FH en el relé del hígado en fase PCL.
Flecha izquierda: FH en el relé del sigma (carcinoma del sigma) en fase PCL. Este FH comprende al mismo tiempo también el relé de lo acústico para el oído medio izquierdo; conflicto correspondiente: no querer y no poder liberarse de un “pedazo del oído” (voz de la madre). Tanto el carcinoma del hígado como el carcinoma del sigma eran procesos violentos, sin embargo por suerte interrumpidos continuamente por fases de solución. De otro modo se habría notado algo. Así la paciente con una TBC del hígado en caseificación y una TBC del sigma también en caseificación (sudor nocturno y temperatura subfebril desde hace décadas) ha podido seguir demoliendo los relativos carcinomas. Por eso hay un vistoso FH a la derecha y a la izquierda.
Flecha derecha: conflicto de separación de la madre o de los hijos deseados, a medias en solución.
Flecha izquierda: FH por el conflicto de separación del primer marido, a medias en solución.
A la izquierda un gran relé por el ovario derecho (quiste operado).
A la derecha pequeño relé para el ovario necrotizado. Pero también este parece que haya tenido aparentemente una (pequeña) solución en 1989 gracias al nuevo matrimonio.
Este caso parece que es tan lineal y claro que no queremos volverlo aquí confuso. Sería una pena, pero todavía hay varios estratos que podemos ver en la TAC cerebral, de la que el radiólogo de la paciente, a pesar de repetidas peticiones, sólo ha dado una mala copia en papel. Sin embargo podemos leer una gran cantidad de cosas.
Además de la “vía afta” (mucosa de la boca), que se puede localizar como FH en base el esquema del homúnculo un poco a la derecha e izquierda bien dentro del lóbulo temporal lateral, había al mismo tiempo una vía de miedo improviso, que afectaba a la mucosa de la laringe, así como una “vía de conflicto activo de separación brutal”, que afecta al periostio de la espalda, de las nalgas y de las piernas (bastonazos). Se pueden ver las aftas y reconocer las otras vías sólo con los síntomas.
Todavía dos particularidades:
El conflicto de separación brutal afectó al mismo tiempo
a) a la madre, cerca del 70%
b) a la vecina, cerca del 30%.
Este conflicto no podía modificarse con el paso de los años, dado que la paciente sufría las recaídas: la madre siempre era la madre, la vecina era la vecina. Por eso el FH era “desbordante” en los dos hemisferios. El hemisferio derecho para el lado corporal izquierdo, que afecta a la madre, el hemisferio izquierdo para el lado corporal derecho, que afecta a la vecina.
Por el contrario el otro conflicto, el de susto improviso, o se modifica o puede modificarse, precisamente con la menopausia.
Lo que sigue a continuación es para los “investigadores criminólogos” de la Nueva Medicina:
Todo el conflicto biológico comenzó cuando la paciente tenía 5 años, y la historia de las aftas terminó a los 56 años, edad que corresponde también (1997) al comienzo de las molestias de la menopausia.
En 1970 se separó de su marido por deseo de él porque ella no podía tener hijos. El ovario derecho en la mujer zurda pertenece al conflicto del perder al hombre amado, el izquierdo, “atrófico” en realidad estaba “necrótico”, es decir, en actividad conflictiva (conflicto de no poder tener niños). Tras la extirpación del ovario derecho el izquierdo permaneció activo, porque se le dijo que definitivamente no podría tener hijos. En 1989
fue extirpado, junto con el útero, también el ovario necrotizado. La fase de reparación de conflicto de pérdida por el marido fue el quiste del ovario a la derecha. La paciente, que entonces tenía sólo veintiséis años, esperaba encontrar otro hombre, y quizás también tener hijos con él.
Con la operación el ovario izquierdo se declaró “atrófico”, aunque en realidad se debería haber dicho “necrótico” (no poder tener hijos).
Ahora sabemos, basándonos en nuestra experiencia, que tras una operación de quiste ovarial los centros propuestos (corteza surrenal e hipófisis) pueden realizar en sustitución la producción de estrógenos. Así sucede aquí. La paciente tuvo la menstruación durante 5 años más. Y tampoco después entro en la menopausia, ni siquiera cuando en 1989 (con 48 años) sufrió una operación total (extirpación del útero y del ovario izquierdo atrofiado).
Pero en 1970, tras la operación del quiste ovarial del lado derecho (el izquierdo ya estaba atrofiado, casi ausente) la paciente permaneció en menopausia por un período de 3 a 6 meses. Habría durado hasta que el quiste ovarial estuviese endurecido y hubiese producido estrógeno. Tenemos que suponer que en el cerebro se haya producido el correspondiente programa especial. Coherentemente la paciente dice que ha tenido una fuerte tos seca, poco después de la extirpación del ovario, con fiebre alta (diagnosticada como “bronquitis viral), que la tuvo en la cama durante 10-14 días.
Tras la operación apareció la menopausia. Entonces el conflicto de susto improviso con su FH en el relé de la laringe saltó al lado cerebral derecho masculino y allí causó un FH en el relé de la mucosa bronquial. También el conflicto tuvo que haberse transformado en ese punto en conflicto de amenaza del territorio. En este período de cambio, justo tras la operación, donde había un FH “todavía” en actividad y otro FH “ya” en actividad, la paciente tuvo temporalmente, como bien recuerda ella, una denominada constelación planeante. Soñaba siempre que era un pájaro y que podía volar a un sitio que no conocía nadie y donde nadie sabía que no podía tener hijos.
Vemos que las vías secundarias, si se encuentran en el relé del territorio, pueden modificar su cualidad durante el período de conflicto activo, si cambia la situación hormonal.
En este caso, en el que se llegó a una “casi solución” temporal para el lado cerebral izquierdo con tos laríngea, algunos meses más tarde tuvo lugar un aumento de los estrógenos directamente desde el cerebro, contenido en el programa especial, que provocó nuevamente la suspensión temporal de la menopausia. La vuelta de la menstruación, que hizo llegar a la paciente al climacterio con sólo 56 años, hasta hoy en día no es todavía una menopausia real en sentido hormonal, aunque la paciente no haya tenido la regla desde 1975 y haya sufrido una extirpación total en 1989.
Ahora el conflicto de la mucosa de la laringe, cerebralmente a la izquierda, está nuevamente activo desde hace 29 años. Dado que el FH ha estado activo en el relé de la mucosa bronquial sólo durante unos pocos meses, no se acuerda especialmente de las “pequeñas toses bronquiales” que por supuesto se produjeron. Desde finales de junio del 97 el conflicto aftas-nueces se ha resuelto. Desde entonces la paciente vuelve a comer nueces sin sufrir aftas. Y nuevamente la paciente tuvo “tos laríngea vírica”. Durante 10 días se quedó sin voz. No sabemos si todas las vías se han resuelto de un modo definitivo, pero podemos suponer que es así.
Cuando la paciente, dentro de poco, entrará en la menopausia, el conflicto de susto imprevisto ya no podrá surgir, porque ya no existe. Vemos la falta que hace calcular bien, porque las vías, sobretodo si se han formado al mismo tiempo con el mismo DHS, no se comportan para nada de modo sincrónico o constante respecto a un mismo contenido. Algunas vías se pueden resolver, mientras que otras permanecen todavía activas.
Pero desde el punto de vista médico, nuestra historia todavía no ha terminado. La paciente tenía otras dos vías, que por suerte no se diagnosticaron jamás:
a) una vía de conflicto de morir de hambre con adenocarcinoma del hígado y
b) un conflicto abyecto y repugnante con adenocarcinoma del sigma, todo a causa de las nueces.
No podemos reconstruir exactamente si los dos conflictos, con constelación esquizofrénica del tronco cerebral, confirmados abiertamente por la paciente, estuvieron siempre activos, durante la mayor parte del tiempo o sólo de vez en cuando. En el momento de estas imágenes, el 17 de agosto de 1998, los dos están resueltos. La paciente a menudo, durante un período prolongado tiene sudor nocturno con temperaturas subfebriles, típicos signos de una fase de reparación con caseificación tuberculosa de ese tipo de adenocarcinomas.
Desde junio del 97 ya no ha sentido consternación. Por suerte, como ya hemos dicho, estas vías no se diagnosticaron jamás. Antes de la Nueva Medicina, cuando esos síntomas se consideraban “malignos”, el diagnóstico habría sido una condena a muerte para la paciente, y las laftas en la boca habrían sido “metástasis evidentes”. Algo horrible de imaginar.
Para algunos de nosotros resulta difícil entender que una niña de cinco años pueda, con único conflicto biológico, “echarse encima” tantas vías y mantenerlas hasta más de los 50 años. Por un momento nos parece todavía más difícil entender que todas estas vías tienen su buen sentido biológico: son notas de la memoria biológicamente sensatas para que se recuerde la “catástrofe de las nueces”, que esta sensible paciente experimentó de niña. Aquí no tiene nada que ver el hecho de que la hermana no sufriera ningún DHS.
Además también es interesante el hecho de que la madre estaba sufriendo un conflicto (“al padre los cachetes le hacen normalmente más daño que al mal hijo”), pues de otro modo no se habría asociado espontáneamente a las aftas de la hija.
Quizás ahora entendéis, queridos lectores, porque insisto para que mis alumnos busquen el DHS con la máxima precisión. La mayor parte de las vías se define con el DHS. Las otras vías, que se añaden con una recaída, son generalmente pocas.
Al mismo tiempo, sin embargo, no se debe llevar a cabo una “caza de la vía”, porque eso volvería inseguro al paciente, si todavía no conoce bien la Nueva Medicina y no sabe que todas las cosas son “avisos” para la memoria, biológicamente sensatos y sin ningún tipo de maldad. Tampoco tienen que ver con la psicología, sino que son pura biología, tanto a nivel psíquico como orgánico. Y, tal y como se ve, se puede envejecer perfectamente bien con ellos. La única gran estupidez que hemos cometido los aprendices de brujo, fue la extirpación del ovario y del útero. Naturalmente habríamos podido resolver con la paciente un “conflicto de las nueces” ya hace 40 o 50 años, proporcionándole a la paciente, en su psicodrama, un buen final en lugar del viejo y feo final...
Señora Sestak, nuevamente muchas gracias por haber contado la historia de su experiencia.
Fuente:
Dr. Ryke Geerd Hamer - El testamento de una Nueva Medicina - Tomo 1
Las 5 leyes biológicas de la naturaleza - Fundamento de toda la medicina
Capítulo 13.7
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